lunes, 10 de marzo de 2008

Odio e incomprensión


Estar lejos de casa no es lo mismo que estar desinformado. De hecho, mantenerse informado es una forma activa de preocupación por lo que pasa en mi pais durante mi exilio. Los que me conocéis, sabéis que me considero a mi mismo como un librepensador. En otras palabras, mis razonamientos procuran ceñirse siempre a los hechos, y una de mis convicciones más arraigadas es el deber de buscar constantemente la verdad. Por eso mismo filtro la información que me llega, y por eso mismo busco la polémica y la diversidad de opiniones. Leer noticias pasadas por el filtro de un único medio de comunicación me privaría de las opiniones opuestas a la mía en general.

Hay medios más liberales que otros que admiten cierto grado de discrepancia con respecto a la línea editorial, y que son más dados que otros a conceder el derecho de réplica. No obstante ¿qué es un periodista? ¿qué le hace sentirse tan especial, tan capacitado para juzgar en áreas tan diversas y en ocasiones tan ajenas a sus conocimientos objetivos? Un periodista es en el mejor de los casos una persona honrada, que contrasta sus informaciones y persigue la aclaración de los hechos hasta las últimas consecuencias; y en el peor una pluma servil y prostituida que juzga según un sistema de ideas preconcebidas en el cual "el bien y el mal" están muy claros aunque "todo sea relativo". En general es un aprendiz de todo y maestro de nada que habla de lo que toca en cada momento, sin apenas tiempo para contrastar, y que hace daño en un instante pero es incapaz de reparar nada de lo que ya ha roto. Esa es en general mi amarga visión del periodismo, salvo honradas y honrosas excepciones. Además los mejores periodistas suelen provenir de otros campos en los que ya son expertos y sobre los que demuestran mejor juicio.

Vamos al grano. En general la actitud de los medios de comunicación hacia la Iglesia es hostil. Francamente hostil. Además está marcada por una ignorancia con respecto al tema del que se habla y unos prejuicios insólitos en seres supuestamente racionales. Os estaréis preguntando: ¿por qué toco este tema? Muy sencillo. Conoce a tu enemigo y conocete a ti mismo. Mi enemigo es la mentira y salgo a su encuentro para descubrirla incluso bajo la apariencia de verdad, de objetividad aséptica. Durante tres semanas he realizado un experimento descorazonador cuyos resultados voy a exponer.

Durante tres semanas he seguido las noticias relacionadas con la Iglesia Católica publicadas en un medio de comunicación español. Todas en portada y más o menos realzadas. Durante tres semanas en la página web de dicho medio aparecieron con mayor o menor grado de atención noticias relativas a la Iglesia. Ni una sola de ellas era informativa. Todas destilaban odio e incomprensión. Ni una sola sabía de lo que estaba hablando. Al fin y al cabo ¿qué se puede esperar de la LOGSE? Lo sé, lo sé. Pero no deja de cabrearme. Si tuviera que hacer caso de todo lo que se decía allí debería ser apóstata a estas alturas. Comecuras ya lo soy porque la verdad es que algunos me sacan de quicio.

Las noticias no enunciaban hechos objetivos. En todas había un posicionamiento ideológico subyacente. Enunciar un hecho sin proveer el adecuado contexto para interpretarlo es escamotear información esencial. Es dar apariencia de objetividad y caricaturizar con trazos gruesos. La mayoría de las noticias que leí eran de este corte. Las más vulgares opinaban con descaro, aportando tres líneas de hecho y diez de injurias variadas. El mal carente de sutileza no me preocupa demasiado, es lo suficientemente sectario para desacreditarse a si mismo ante cualquiera con un mínimo sentido crítico y una formación humana aceptable. Desgraciadamente conforme tenemos menos ciudadanos y mas hombres masa, populacho hablando mal y pronto, más y mejor se extienden estas menitras simples e infantiles. Ya no hay democracia, que es el gobierno del pueblo, sino oclocracia, el gobierno de la muchedumbre. De ahí viene la sistemática destrucción del sistema educativo, la necesidad del poder de crear al hombre masa, un ser dócil e indefenso en sus garras. Y lo que es más, el populacho es fácil de excitar contra los enemigos del poder, fácil de agradar y de halagar. Fácil de convertir en ariete.

Sin embargo, había artículos más peligrosos dedicados a fortalecer el cuerpo intelectual del odio. Los más sofisticados eran obras maestras de malicia. Estoy pensando en concreto en un editorial que leí hace cosa de una semana. Dicho editorial estaba muy bien escrito y contaba verdades irrefutables. Pero las empleaba torticeramente para convertir a la victima en objeto de la crítica. Y para ello sólo necesitaba la última frase, trocando así todo lo anterior, bajo una sútil reinterpretación, en un ataque.

Ese tipo de malicia si me preocupa. La del periodista inteligente pero malvado, guste o no el adjetivo que aquí empleo. Ese tipo de malicia requiere una inteligencia realmente al alcance de pocos y que permite negar lo que se afirma sin dejar de afirmarlo. Ya lo dijo Shakespeare en Macbeth: "el diablo miente cuando dice la verdad". Ese es el verdadero manipulador, no el que dice mentiras, las cuales son fáciles de desenmascarar. El verdadero manipulador, el maestro del engaño, ha de ser capaz de decir siempre la verdad de modo que siempre pueda ser coherente y su obra pueda torcer el rumbo de nuestros pensamientos a su gusto. Naturalmente que las mentiras son útiles, todos los tiranos lo han sabido siempre. Pero no son ni la mitad de peligrosas que "las verdades" que dan certeza y legitiman, permitiendo así la total anestesia de la conciencia encadenandonos en un esquema mental de eterna servidumbre.

Estoy cansado, anímicamente, de experimentar el odio y la incomprensión ciegas. Estoy cansado del odio e incomprensión hacía las cosas bellas que nuestras limitaciones y miserias nos impiden ver. Estoy cansado como dijo Shakespeare de las ofensas que recibe el merito paciente del indigno. Para no acabar con esta sensación triste os recomiendo la excelente pelicula "Primera Plana" (The Front Page) de Billy Wilder. Una visión ácida, irónica y divertida del periodismo y como no de la manipulación.

2 comentarios:

Carlos dijo...

Nada que discutir, sólo comentar que me quito el sombrero ante tu exposición. Si hubiera algún periódico honrado, podrías ser su columnista estrella. Por desgracia, me da que en ese mundillo ibas malvivir, tal y como está la cosa. Mejor sigue con las telecomunicaciones!

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

Lo más triste es que la radicalización de los unos conduce (supongo que como mecanismo de defensa) a la radicalización de los otros. Y así, cada vez es más difícil ser moderado. Los unos ven tu postura como "esa de los radicales" y los otros te definen como "no lo bastante comprometido con la causa".

Entre Escila y Caribdis, entre la espada y la pared. Dos males. Es posible que uno de los dos empezara, pero ambos han acabado igual.